miércoles, 17 de agosto de 2011

De mentiras se vive.



Esa es mi vida, la mentira. Miento descarada, suave, piadosa y a veces disimuladamente. Miento para sobrevivir, miento a mis padres a mis amigos y a la verdad misma, lo peor de todo es que me miento a mi y me miento la primera.

Así es como se ha formado mi vida, a base de la mentira. Se podría decir que es el fruto de mi crecimiento, una planta en la que todos ponían esperanzas y alababan con grandes comentarios que en su momento creyeron y fueron los adecuados. Pero que eran al fin y al cabo sino bulas que impedían el paso a la gran enredadera en la que ahora se ha convertido mi destino.

Hipocresía.

Cada paso en el camino, cada camino en la verdad, esa verdad oculta y esa manera de no hablar.

Recuerdos falsos, eso asusta. Sueños y pensamientos que empezaron a moverse por su propia cuenta y se formaron reales, la primera de todas las mentiras, algo que no soy, algo que quisiera ser.

Esperanzas puestas en una cria de 5 años, un futuro pintado por adultos y la imposibilidad del fenómeno que se preveía desde el primer "tu eres, tu serás". Y es que más vale ser que parecer y perecer porque no se puede entender.

Alabado sea el instante encontrado, el final de algo esperado, una buena forma de sentir y encontrar una nueva motivación que guardar en lo más hondo del subconsciente.
Subconsciente traicionero, judas del hablar, salvación al fin y al cabo... pero el único al desvelar la verdad.

Y ahora me doy cuenta, pues ese no era el problema y el gran problema era yo.
Aceptar - Cancelar... Lo cerca que estaba de pulsar el botón izquierdo, no era tan difícil de encontrar.

Pero hoy soy verdaderamente feliz. 

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